La Voz de la Poesía

Me llevaron mis pasos sobre los pies
a la lengua impedida que no respeta elegancia,
estalló la humanidad desde un dedal
pero estallaron más tus cadenas enredadas.
El enredo aquel es orquesta de un asedio,
protestan las cadenas sujetas al tobillo
y protestan mis dedos arrimados al tedio.

Oyéndote es como se inflaman tibios los versos
oyéndote es como se cantan todas las palabras
oyéndote es como se besan esas dos rimas,
oyéndote, oyéndote me invades,
por invadirme alojas mi mano en la tuya
y en la tuya mi existencia, poesía mía.

Más arriba más alta a las arrugas de un libro
más grave más justa que la clara voz de Dios;
te haces angelical tal vez un canto ofendido,
te pareces a lo más parecido
ráfaga de mimbre y balada anunciada,
te deben ultrajar los romanceros
el poeta libre pero desterrado;
¡ni uno logrará tu voz verdadera
tu magno recitar, recitar despiadado!

Te quejas en el rumor de una página
así los engranajes truenan en mi calma,
me llamas a escribir;
sólo yo consigo dibujarte como yo solo alcanzo a elevarte.
Sin joyas en la lengua a veces paseo tu himno
con pinceladas, sumisas danzas, a crear verso en verso,
pero tu voz suena hasta con las cadenas bajas
hasta sonar en las alas del universo.

Princesas más seductoras hechizaron sin habla,
nodrizas más delicadas con sopranos al paladar,
damas más exquisitas consolaron al violento;
¡ninguna crepitó como las piedras de la pampa
ninguna me tocó íntimo la poesía y el arpa!

Quiebras el tímpano vacío de la cordura
por llevar lujuria al témpano colmado de hermosura,
que te aman, que te odian,
que no posees cúspide para cantarles
ni eco para repetirles,
sin embargo te oyen hasta los rincones,
¡y todo, todo en la orbe del seno lírico ha cantado
mientras floreces y floreces
yo a tú voz de cobija sigo enamorado!

¡La poesía dejó de serlo para orar lo prohibido,
como ella lo es todo en la sinceridad
la profesan redentores de un nuevo silencio desconocido!

Crisago
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Chile