Aparición

En el camino
de los ruiseñores
estaba tendido
sobre el viejo
mar que desembocaba
en el pecho de las Loicas

En los nidos de la alquimia
crecían árboles y los ojos
de perro babeaban por el
tapiz en donde se alojaban
las petrificaciones
humanas

La noche nos sugería
su embarazo de luz
las manos gritaban
a lo ancho del silencio
encendiendo en los faroles
planetas de neón
Las puertas se abrieron
hacia adentro pariendo
gaviotas con olor a Mapocho
llevando como trofeo
un ratón en su boca:
Les grite quise sacudir
a sus antiguos fantasmas
y las balas mostraron su
alma de niño oscuro
su boca oxidada de hormigas
justo en el momento que friccionaba
sus manos para inmolarse
de humanos:
Y así pues
tanto que hablar
tanto que decir
nada que traducir
no queda más que
alcanzarse y no perderse
en las palabras:
No anonadarse en un enjambre
sin colmena, escribo, me leo
y río, si como río que escribe
su propia destrucción:
Puedo poner mi dedo en la tierra
y escribir-purificar mi muerte-
espero que esto igualmente se lo
lleve el viento:
Ahora que quizás, en año de calma
piense: No es el pensamiento el
que me piensa, mientras escribo
un ojo en la espalda no me hace
falta

Renato Bertoni
Chile



Pintura: “Mapocho” by Carlos Wood.


Citamos a Jaime Najman Bialik (judío):

Meciéndose los árboles, me hablaron de esta suerte:
“A nuestra grata sombra ven, hombre, a corromperte.
Este montón de tierra y esta fría losa
suprimirán tus penas. Ven, pues, y en paz reposa.
Si sufres igualmente mil muertes en el día,
¡muérete de una vez! ¡Por fin la agonía!
Así nos repartiremos, mudos tu cuerpo humano,
Mitad para nosotros, mitad para el gusano.
Que la fuerza vital no se quebranta;
Ya brotarás en flor, o surgirás en planta.
Cuando estes con nosotros, en todo existirás,
¡ente de carne y sangre, no te detengas más!”



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