
Solo un terror mudo,
puede romper el silencio
de una vida carente de estrellas.
En su infamia,
las constelaciones de los susurros
conducen al inexorable tributo.
Es el precio.
Lo que nunca se unió
ahora sucumbe,
arrancado de la tierra,
por los infames vientos
de un sol nocturno;
tan negro,
que oscurece a la propia noche.
La carne le aúlla a sus huesos
y el corazón clama a sus pieles
en una oración absurda;
piden lo que nunca tuvieron,
pero los dioses sordos
nunca conceden.
En esta descarnada orgía
entre la Nada y el Vacío,
la única caridad, es la letanía
ofrecida por un coro de dementes;
una larga nota
longeva como la eternidad
y aguda como su filo.
Es el terror.
Siempre pensé que la muerte
vestía negros ropajes,
y usaba una guadaña
en su siega;
ahora se
que su realidad desnuda,
es el aullido del agujero negro
de mi garganta.
Es el grito.
— ¡Aleluya! — Gritó el coro.
— Me voy — Respondió el Silencio.
Es la Nada.
Aroint, España
http://losdiosesciegos.wordpress.com/
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Citamos a Ulalume González de León
--CARTA DE UNA SUICIDA—
Todo lo perdido
nuestro para siempre,
a prueba de vida,
a prueba de muerte.
Hoy soñé que ayer
era diferente
y me desperté
para no perderte.
Hoy soñé que era
lo mismo mañana:
por tenerte siempre
me morí en la cama.