---------------- --Teletransportación cristalina--

Soñé que era una bola de cristal translucida de Áurea violácea, mis interiores no tenían nada que ocultar; tan solo un centro de masa por dentro se consumía en una concentración de quiebres nerviosos y amorfos que se disparaban en todas direcciones. Mis venas mostraban tan solo inyecciones de lava fundida en cuarzo y algunos lunares de biotitas. Tan dura era mi carne molecular, que al rodar apenas podía sentir las espesuras del relieve por donde pasaba con fuerza avasallante y orgullosa. Giraba y giraba atraída por energías telúricas y a cada giro encontraba un lugar nuevo para mí, una aventura mística más. Pero en uno de mis viajes más audaces se me hizo muy tarde y me devolví por un terreno muy poco amigable, lleno de malezas tenebrosas que impedían mi paso. A medida que trataba de avanzar el camino se iba poniendo extrañamente pedregoso, húmedo y solo podía sentir un descenso que poco a poco absorbía mis fuerzas, entonces comprendí que viajaba más allá de mi voluntad hacia un profundo y desconocido lugar.

El sol brillaba y quemaba, las lagartija saltaban a mi paso, algunas piedras molestas eran arrastradas por mi ritmo vertiginoso, sacudidas en su reposo como despertando de un gran sueño vegetal. El viaje era eternidad,rocas astillosas herían mi piel a cada caída. Era una bola frágil que había perdido sus incrustaciones de amatistas, sus cuarcitos y por ende brillo natural, un esqueleto sin forma despojado de su dignidad. Está travesía tenía que tener algún destino karmatico pensaba para darme animo, me debía esperar un mágico lugar donde irradiar mi energía vital me repetía entre lagrimas salinas.

De pronto la caída me lanzo a un vacío con precipitación y arrebato, lo cual me consumió en un profundo miedo de estrellarme en algún tope abrupto. Es el final pensé, un final no como yo esperaba en mis sueños, como un cristal radiante y sabio, bien conservado por los siglos de los siglos y alimentado por los rayos de la luna, el sol y la lluvia salina. De pronto un pantano me esperaba y me sumergía sin piedad en su profundidad, ya no me importaba ser una simple piedra opaca, solo sabía que me hundía más y más en un fondo abisal que consumía mis últimos suspiros vivos del reino mineral.

Lance un grito ahogado y desperté como una simple piedra de roca volcánica de masa afanitica con incrustaciones de malaquita. En un verde prado reposaba, cantaban los pájaros y el viento acariciaba mis erosionada piel. La vida me sonreía de nuevo y me sentía más viva que nunca. No sería un cristal de cuarzo ni percibía energías etericas, no brillaba con resplandor solar ni tenía una estructura molecular perfecta, no viajaba a lugares mágicos lejanos, pero era feliz en mi lugar, “Que más quiero pensé, como no supe que aquí siempre estuvo la magia” y mis giros y volteretas palpaban con más cuidado y menos interés las zonas a la redonda entre mis ovalados pasos juguetones.


"Roca volcánica, su diagnóstico: psicosis nocturna, cuadro angustioso maniaco con crisis de pánico y con síndrome de la personalidad limítrofe. En busca de nuevas sensaciones telúricas encuentra solas en el reposo de un verde prado".

Michelle Valencia
(Chile)

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Pintura: Benjamín Palencia,”Piedras creando un paisaje”
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Citamos a Guillaume Apollinaire

OH PUERTAS DE TU CUERPO

Oh puertas de tu cuerpo
Son nueve y las he abierto todas
Oh puertas de tu cuerpo
Son nueve y para mí se han vuelto a cerrar todas
En la primera puerta
La Clara Razón ha muerto
Era ¿te acuerdas? el primer día en Niza
Tu ojo izquierdo así como una culebra se desliza
Hasta mi corazón
Y que se vuelva a abrir de nuevo la puerta de tu mirada izquierda